Épocas convulsas
Quizás muchos creíamos
que no tendríamos que ver el sufrimiento del que hablan nuestros abuelos y
padres. Sin embargo, la segunda huelga general con Mariano Rajoy en la
Presidencia del Gobierno ya ha tenido lugar cuando éste apenas ha cumplido un
año de mandato. El pasado 14 de noviembre fueron detenidos 142 manifestantes
después de que se registraran enfrentamientos entre la Policía y manifestantes
en las marchas de Madrid y Barcelona... La sociedad española protestaba así
contra los nuevos ajustes contenidos en los Presupuestos Generales del Estado
para 2013 y en demanda de un referéndum que legitime o no unos recortes que
amenazan con destruir el Estado de Bienestar.
Y es que, hoy,
luchamos por preservar lo que nuestros abuelos y padres lucharon por conseguir.
Así, tras dos llamamientos infructuosos a la huelga general por parte de la
Asamblea de Fábricas, el 3 de marzo de 1976 se convocó un paro general en
defensa de mejores condiciones de trabajo y en contra del decreto de topes salariales.
Los dos meses de lucha y los agobios familiares previos a la convocatoria de
esta huelga fueron recogidos ya en las portadas del diario El Correo Español- El Pueblo Vasco en el mes de febrero de 1976.
También en la página de “Información Laboral”
se informaba sobre las asambleas obreras que se celebraban en Iglesias (estaban
protegidas por el Concordato frente a la actuación arbitraria de las
autoridades) o en polideportivos municipales. “Se pedían 40 horas semanales
porque todavía se trabajaban los sábados, 6.000 pesetas de aumento lineal igual
para todos o el 100% en caso de enfermedad o accidente…”, relata el dirigente
obrero Jesús Fernández Nava.
En esta época los
ciudadanos estaban saliendo de un franquismo sin Franco pero todavía no había
libertad de reunión, de expresión ni tampoco libertad de sindicación. Una
patronal muy envalentonada con un movimiento obrero sin experiencia fue el
caldo de cultivo para que se fraguase la huelga del 3 de marzo de 1976 que
acabó siendo una masacre – recordemos que cinco obreros murieron por disparos
de la policía y otras cien personas resultaron heridas – y una flagrante
agresión a la clase trabajadora.
El principal problema
al que se enfrentaban los trabajadores de la época era a que sus empresas se
negaban a recibir a las Comisiones porque querían seguir negociando con el
“Sindicato Vertical”. Éste fue la única organización de sindicato legal en
España durante el franquismo. Era el único sindicato que existía en un marco
donde la lucha de clases brillaba por su ausencia. No cabían ni el conflicto ni
la huelga.
Portada
de El Correo Español – El pueblo Vasco
del 3 de marzo de 1976; en la portada del día previo a la huelga podíamos leer
cómo las negociaciones habían entrado en otra fase de retroceso, después de 54
días de conflicto.
El primer
fracaso de la Transición: Los
gobernantes de entonces se dieron cuenta de que las peticiones de las Asambleas
Obreras que, luchaban por un mundo nuevo, tomaban cada vez una mayor dimensión
y resolvieron que no podían solucionarlo de otra forma que no fuese mediante la
represión del movimiento obrero.
El Correo Español- El
pueblo Vasco llevó a
su portada del 4 de marzo de 1976 los disturbios de Vitoria y amplió la
información en dos de sus páginas interiores. Ese mismo año este diario superó
en ventas a su rival histórico La Gaceta
del Norte, convirtiéndose en el periódico más vendido del Norte de España. Hasta
este día, apenas hay información sobre la precaria situación laboral en Vitoria
y llama poderosamente la atención que, en el número correspondiente al 2 de
marzo, la única noticia que aparece respecto a la capital alavesa es que “En
Vitoria se inicia la vuelta a la normalidad”. Este titular hace que sea difícil
presagiar lo que, sólo un día después, iba a ocurrir. En la noticia a la que
hace referencia este titular se informa de que, después de ocho semanas de
conflictos laborales en Vitoria- Gasteiz los trabajadores de Aranzabal vuelven
al trabajo, mientras que, los de Cablenor, Forjas Alavesas Gabilondo y Mevosa
siguen en negociaciones.
Cabe destacar que en los días anteriores a la masacre, el periódico habla de “conflictos laborales” mientras
que, a raíz de que tienen lugar los Sucesos de Vitoria, el periódico va a
acuñar el término “disturbios” para referirse a ellos. El 4 de marzo este
diario lleva a su portada la noticia aunque no de manera demasiado
significativa si lo comparamos con la magnitud de la masacre. Eso sí, ya en el
interior, la noticia El Correo Español –
El Pueblo Vasco dedica una página y media a lo ocurrido y detalla más
profundamente la información. Aunque el diario ofrece abundante información
también precisa que ésta puede ser confusa porque puede haber lagunas “que se
deben únicamente a falta de material de medios y tiempo para cubrir toda la
información”. También apostilla que, con respecto al número de fallecidos, la
recogida de datos se realizó “hasta las nueve de la noche de ayer”. La manera
de relatar los acontecimientos deja entrever que el diario considera a los
manifestantes como meros pendencieros, mientras que, “exculpa” a la policía.
“Los manifestantes produjeron numerosos incidentes como ruptura de lunas de
algunos escaparates y puertas de bares e incluso se llegó a levantar una
barricada (…). Las fuerzas del orden estuvieron toda la mañana recorriendo las
calles con el fin de disolver a los manifestantes, quienes en algunos lugares
les increpaban verbalmente, después de taponar las calles con coches,
tractores, bloques de cemento y piedras”. La noticia viene acompañada de dos
fotos en las que se ve una farola doblada y una barricada. También incluye una
nota oficial del Gobierno Civil y otra del Obispado, publicadas tal y como las
recibieron.
El 5 de marzo es el día en el que
más presencia tiene esta noticia en este diario. Lo ocurrido en la capital
alavesa vuelve a ser la noticia destacada de la portada, donde lo que más llama
la atención es la enorme foto del centro en la que se puede ver una valla, una
papelera y un coche volcados. En dicha portada el diario califica de “duras”
las notas de la Diputación y del Ayuntamiento de Vitoria. Estas notas aparecen
en las páginas interiores junto a otras del Gobierno Civil, de la Cámara
Oficial de Comercio e Industria, el Consejo de Empresarios, el Consejo de
Trabajadores y del Obispado. Es importante destacar la importancia y el peso
que este diario le otorgaba a la Iglesia y a su posicionamiento respecto a los
Sucesos de Vitoria. El Obispado, ante las interpretaciones erróneas que se
habían hecho, a su juicio, de una nota publicada el día anterior quiso dejar
claro que “en ningún momento se autorizó a desaoljar el templo de San
Francisco”. El Obispado argumenta que “fue una decisión tomada por la autoridad
gubernamentativa, amparada en el Concordato, que fue comunicada al Obispado y
éste se apresuró a transmitirla a los señores párrocos afectados”. Hay que
incidir en que las informaciones ofrecidas en este diario el 5 de marzo están
orientadas a dar cuenta de cómo quedó la ciudad el día después de los hechos.
El rigor periodístico de este
diario es bastante cuestionable cuando, al comienzo de la segunda página que se
dedica íntegramente a informar sobre este suceso, se dice que “De los 13
dirigentes principales de asambleas se ha detenido, al parecer, a cinco”. Ese “al parecer” no me parece propio de un
periodismo riguroso. De esta misma página cabe destacar que hay un despiece en
el que aparecen los nombres de todos los heridos atendidos en el Hospital de
Santiago. A estos heridos se los clasifica en función de su estado de gravedad.
Hay que
destacar también que se publicaron dos crónicas. Una la firma, desde Madrid,
Luis Apostua que dice que justifica la carga policial debido a que los
esfuerzos de la Policía fueron “insuficientes para contener el desbordamiento
destructor de los amotinados”. La otra crónica está firmada por Amalia Sánchez
que se limita a informar de que era muy difícil contactar telefónicamente con
la capital alavesa desde el resto del Estado Español.
El tratamiento que esta publicación hace de la masacre del 76
no resulta demasiado extenso y siempre está orientado a dar voz a quien, por
aquél entonces, era el Ministro responsable de las Fuerzas del Orden, Manuel
Fraga. Así, el 7 de marzo de 1976, 4 días después de la carga policial en Vitoria,
Fraga ocupa la portada de esta publicación así como una página interior
completa. En ellas se da cuenta de la visita que el Ministro realizó a los
heridos hospitalizados por los disturbios del 3 de marzo. Toda una parafernalia
con la que intentó reducir el impacto de su decisión. Lo que sí que deja claro
el titular que recoge las palabras de Fraga es que, aunque Franco ya hubiese
muerto, en el Gobierno, presidido por Arias Navarro, podían los elementos continuistas.
Las informaciones de las páginas interiores cuentan con quién se reunió Fraga
que estuvo también acompañado por el Ministro de Relaciones Sindicales y por el
Director General de la Guardia Civil. También se informa sobre los temas
tratados en cada encuentro que mantuvieron en la capital alavesa. En la misma
página que aborda la visita de Fraga aparece el titular de “Paro General en
Llodio por los Sucesos de Vitoria”.
La inviolabilidad del Régimen también abarcaba a los medios
de comunicación; El Correo Español- El
Pueblo Vasco fue dependiente de la Falange Española por lo que fue
intervenido por el Gobierno Republicano en julio de 1936. Tras la ocupación
franquista de Bilbao, retomó su actividad. Además, desde la década de 1970,
este diario ha sido objeto de las acciones de ETA al ser incluido entre los
medios de comunicación que han ejercido represión contra la izquierda
abertzale.
El hecho de que este diario llevase a su portada al que fue
el referente de la derecha española y ex ministro franquista da una idea de que
la cobertura de la carga policial en Vitoria no se prolongó demasiado en este
diario y ya, en su edición del 7 de marzo, encontramos el titular de “Vitoria
recupera la normalidad”. De esta forma se intentaba olvidar el que fue el primer
gran fracaso de la Transición Española porque los “Sucesos de Vitoria” fueron
un acto de terror del Estado ejecutado por aquello que se llaman Fuerzas del
Orden Estatales. Y, fueron también, la constatación de las difíciles
condiciones en que combatía el movimiento obrero de la época.
Y después… ¿qué?
En las portadas y páginas de los días sucesivos al 3 de marzo
de 1976, en el diario El Correo Español-
El Pueblo Vasco se fue obviando, poco a poco, este asunto. Pero la sombra
que había dejado esta masacre era demasiado alargada e, indirectamente, se
saldó con la vida de otro joven que salió a la huelga, convocada el 8 de marzo,
para denunciar lo ocurrido en Vitoria el 3 de marzo. Un amplio despliegue de la
Guardia Civil atacó a la movilización de trabajadores. Uno de los agentes disparó,
a poca distancia, un tiro en la cabeza asesinando así al joven de 18 años.
Lo que llama la atención de las páginas interiores de la edición del 9 de marzo es que este diario parece respaldar la versión oficial franquista que trató de criminalizar a la víctima justificando que su fallecimiento era consecuencia de un accidente, acusándole de haberse caído de la cornisa cuando lanzaba piedras a las Fuerzas del Orden Público. Sin embargo, este diario parece obviar que el joven fallecido no era más que otra víctima del 3 de marzo.
Lo que llama la atención de las páginas interiores de la edición del 9 de marzo es que este diario parece respaldar la versión oficial franquista que trató de criminalizar a la víctima justificando que su fallecimiento era consecuencia de un accidente, acusándole de haberse caído de la cornisa cuando lanzaba piedras a las Fuerzas del Orden Público. Sin embargo, este diario parece obviar que el joven fallecido no era más que otra víctima del 3 de marzo.
En la portada del 10 de marzo se
daba cuenta del funeral de Vicente Antón Ferrero, el joven fallecido en Basauri
e, inmediatamente después, este diario destaca que se había recuperado la
normalidad laboral en el País Vasco. En las sucesivas portadas ya no
encontramos referencias a la carga policial en Vitoria pero sí de que la
situación laboral en Vitoria y Guipúzcoa tiende ya hacia la normalidad
total.
El
pueblo no olvida
En Euskadi las luchas obreras
fueron aún más intensas que en el resto del país. Tres meses de luchas en
Vitoria, una ciudad que no había contado con una gran tradición de militancia
ni había luchado contra los fascistas en la Guerra Civil, dejaron a las autoridades
franquistas una impresión; la de que las huelgas laborales y políticas se
confundieron en un solo movimiento que se asemejaba mucho a un serio intento
revolucionario.
La intensidad de las luchas
vividas dejó claras varias lecciones; consiguieron importantes logros en el
nivel de vida como aumentos de salarios o reducciones en las jornadas de
trabajo. Y, la fuerza del movimiento obrero, también incapacitó el
mantenimiento del régimen franquista.
1976 fue el año en que de forma
más masiva la gente entrevió la fuerza que tienen los trabajadores cuando se
organizan y luchan para conseguir una sociedad distinta.
Ya en la actualidad El Correo ha informado de los actos de
homenaje que todos los años recuerdan, en Vitoria, a las víctimas del 3 de
marzo. El uso partidista de esta masacre no puede obviarse; desde una izquierda
abertzale que en marzo de 2007 invitaba a construir una Vitoria desde la
izquierda a la par que exhibía las fotos de las 5 víctimas de 1976, pasando por
quienes suelen cuestionar la Transición y sugieren la continuidad actual de
situaciones jurídicas franquistas, que consideran que los sucesos del 3 de
marzo demuestran los déficits de la Transición. Por su parte, el PNV quería que
a los fallecidos de los Sucesos de Vitoria se les considerase “víctimas del
terrorismo”. A esta propuesta se opusieron el Partido Socialista de Euskadi, el
Partido Popular y UPyD.
No es tan importante cómo debe
considerarse a los fallecidos en esta matanza sino que lo imprescindible es
mantener la memoria de quienes murieron por ejercer las libertades democráticas
en condiciones tan adversas.
Las motivaciones de los
conflictos solían tener su origen en cuestiones laborales lo que hace que la
situación que actualmente nos ha tocado vivir evoque a estas situaciones
históricas. Entonces pensamos en los integrantes del movimiento obrero de
entonces; ellos nos ayudarán a sentir esperanza, a buscar en el fondo del pozo
la luz al final del túnel. Porque, si ellos fueron capaces, nosotros también lo
seremos.
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