miércoles, 28 de noviembre de 2012

El Correo Español


Épocas convulsas

Quizás muchos creíamos que no tendríamos que ver el sufrimiento del que hablan nuestros abuelos y padres. Sin embargo, la segunda huelga general con Mariano Rajoy en la Presidencia del Gobierno ya ha tenido lugar cuando éste apenas ha cumplido un año de mandato. El pasado 14 de noviembre fueron detenidos 142 manifestantes después de que se registraran enfrentamientos entre la Policía y manifestantes en las marchas de Madrid y Barcelona... La sociedad española protestaba así contra los nuevos ajustes contenidos en los Presupuestos Generales del Estado para 2013 y en demanda de un referéndum que legitime o no unos recortes que amenazan con destruir el Estado de Bienestar.

Y es que, hoy, luchamos por preservar lo que nuestros abuelos y padres lucharon por conseguir. Así, tras dos llamamientos infructuosos a la huelga general por parte de la Asamblea de Fábricas, el 3 de marzo de 1976 se convocó un paro general en defensa de mejores condiciones de trabajo y en contra del decreto de topes salariales. Los dos meses de lucha y los agobios familiares previos a la convocatoria de esta huelga fueron recogidos ya en las portadas del diario El Correo Español- El Pueblo Vasco en el mes de febrero de 1976. También en la página de “Información Laboral”  se informaba sobre las asambleas obreras que se celebraban en Iglesias (estaban protegidas por el Concordato frente a la actuación arbitraria de las autoridades) o en polideportivos municipales. “Se pedían 40 horas semanales porque todavía se trabajaban los sábados, 6.000 pesetas de aumento lineal igual para todos o el 100% en caso de enfermedad o accidente…”, relata el dirigente obrero Jesús Fernández Nava.
 
En esta época los ciudadanos estaban saliendo de un franquismo sin Franco pero todavía no había libertad de reunión, de expresión ni tampoco libertad de sindicación. Una patronal muy envalentonada con un movimiento obrero sin experiencia fue el caldo de cultivo para que se fraguase la huelga del 3 de marzo de 1976 que acabó siendo una masacre – recordemos que cinco obreros murieron por disparos de la policía y otras cien personas resultaron heridas – y una flagrante agresión a la clase trabajadora.
 
El principal problema al que se enfrentaban los trabajadores de la época era a que sus empresas se negaban a recibir a las Comisiones porque querían seguir negociando con el “Sindicato Vertical”. Éste fue la única organización de sindicato legal en España durante el franquismo. Era el único sindicato que existía en un marco donde la lucha de clases brillaba por su ausencia. No cabían ni el conflicto ni la huelga.


Portada de El Correo Español – El pueblo Vasco del 3 de marzo de 1976; en la portada del día previo a la huelga podíamos leer cómo las negociaciones habían entrado en otra fase de retroceso, después de 54 días de conflicto.
 
El primer fracaso de la Transición: Los gobernantes de entonces se dieron cuenta de que las peticiones de las Asambleas Obreras que, luchaban por un mundo nuevo, tomaban cada vez una mayor dimensión y resolvieron que no podían solucionarlo de otra forma que no fuese mediante la represión del movimiento obrero.


Esta fue la portada del 4 de marzo
                    
 
 
 
 
 
El Correo Español- El pueblo Vasco llevó a su portada del 4 de marzo de 1976 los disturbios de Vitoria y amplió la información en dos de sus páginas interiores. Ese mismo año este diario superó en ventas a su rival histórico La Gaceta del Norte, convirtiéndose en el periódico más vendido del Norte de España. Hasta este día, apenas hay información sobre la precaria situación laboral en Vitoria y llama poderosamente la atención que, en el número correspondiente al 2 de marzo, la única noticia que aparece respecto a la capital alavesa es que “En Vitoria se inicia la vuelta a la normalidad”. Este titular hace que sea difícil presagiar lo que, sólo un día después, iba a ocurrir. En la noticia a la que hace referencia este titular se informa de que, después de ocho semanas de conflictos laborales en Vitoria- Gasteiz los trabajadores de Aranzabal vuelven al trabajo, mientras que, los de Cablenor, Forjas Alavesas Gabilondo y Mevosa siguen en negociaciones.

 
Cabe destacar que en los días anteriores a la masacre, el periódico habla de “conflictos laborales” mientras que, a raíz de que tienen lugar los Sucesos de Vitoria, el periódico va a acuñar el término “disturbios” para referirse a ellos. El 4 de marzo este diario lleva a su portada la noticia aunque no de manera demasiado significativa si lo comparamos con la magnitud de la masacre. Eso sí, ya en el interior, la noticia El Correo Español – El Pueblo Vasco dedica una página y media a lo ocurrido y detalla más profundamente la información. Aunque el diario ofrece abundante información también precisa que ésta puede ser confusa porque puede haber lagunas “que se deben únicamente a falta de material de medios y tiempo para cubrir toda la información”. También apostilla que, con respecto al número de fallecidos, la recogida de datos se realizó “hasta las nueve de la noche de ayer”. La manera de relatar los acontecimientos deja entrever que el diario considera a los manifestantes como meros pendencieros, mientras que, “exculpa” a la policía. “Los manifestantes produjeron numerosos incidentes como ruptura de lunas de algunos escaparates y puertas de bares e incluso se llegó a levantar una barricada (…). Las fuerzas del orden estuvieron toda la mañana recorriendo las calles con el fin de disolver a los manifestantes, quienes en algunos lugares les increpaban verbalmente, después de taponar las calles con coches, tractores, bloques de cemento y piedras”. La noticia viene acompañada de dos fotos en las que se ve una farola doblada y una barricada. También incluye una nota oficial del Gobierno Civil y otra del Obispado, publicadas tal y como las recibieron.
Portada del 5 de marzo
El 5 de marzo es el día en el que más presencia tiene esta noticia en este diario. Lo ocurrido en la capital alavesa vuelve a ser la noticia destacada de la portada, donde lo que más llama la atención es la enorme foto del centro en la que se puede ver una valla, una papelera y un coche volcados. En dicha portada el diario califica de “duras” las notas de la Diputación y del Ayuntamiento de Vitoria. Estas notas aparecen en las páginas interiores junto a otras del Gobierno Civil, de la Cámara Oficial de Comercio e Industria, el Consejo de Empresarios, el Consejo de Trabajadores y del Obispado. Es importante destacar la importancia y el peso que este diario le otorgaba a la Iglesia y a su posicionamiento respecto a los Sucesos de Vitoria. El Obispado, ante las interpretaciones erróneas que se habían hecho, a su juicio, de una nota publicada el día anterior quiso dejar claro que “en ningún momento se autorizó a desaoljar el templo de San Francisco”. El Obispado argumenta que “fue una decisión tomada por la autoridad gubernamentativa, amparada en el Concordato, que fue comunicada al Obispado y éste se apresuró a transmitirla a los señores párrocos afectados”. Hay que incidir en que las informaciones ofrecidas en este diario el 5 de marzo están orientadas a dar cuenta de cómo quedó la ciudad el día después de los hechos.
 
El rigor periodístico de este diario es bastante cuestionable cuando, al comienzo de la segunda página que se dedica íntegramente a informar sobre este suceso, se dice que “De los 13 dirigentes principales de asambleas se ha detenido, al parecer, a cinco”. Ese “al parecer” no me parece propio de un periodismo riguroso. De esta misma página cabe destacar que hay un despiece en el que aparecen los nombres de todos los heridos atendidos en el Hospital de Santiago. A estos heridos se los clasifica en función de su estado de gravedad.   
Hay que destacar también que se publicaron dos crónicas. Una la firma, desde Madrid, Luis Apostua que dice que justifica la carga policial debido a que los esfuerzos de la Policía fueron “insuficientes para contener el desbordamiento destructor de los amotinados”. La otra crónica está firmada por Amalia Sánchez que se limita a informar de que era muy difícil contactar telefónicamente con la capital alavesa desde el resto del Estado Español.
El tratamiento que esta publicación hace de la masacre del 76 no resulta demasiado extenso y siempre está orientado a dar voz a quien, por aquél entonces, era el Ministro responsable de las Fuerzas del Orden, Manuel Fraga. Así, el 7 de marzo de 1976, 4 días después de la carga policial en Vitoria, Fraga ocupa la portada de esta publicación así como una página interior completa. En ellas se da cuenta de la visita que el Ministro realizó a los heridos hospitalizados por los disturbios del 3 de marzo. Toda una parafernalia con la que intentó reducir el impacto de su decisión. Lo que sí que deja claro el titular que recoge las palabras de Fraga es que, aunque Franco ya hubiese muerto, en el Gobierno, presidido por Arias Navarro, podían los elementos continuistas. Las informaciones de las páginas interiores cuentan con quién se reunió Fraga que estuvo también acompañado por el Ministro de Relaciones Sindicales y por el Director General de la Guardia Civil. También se informa sobre los temas tratados en cada encuentro que mantuvieron en la capital alavesa. En la misma página que aborda la visita de Fraga aparece el titular de “Paro General en Llodio por los Sucesos de Vitoria”.
La inviolabilidad del Régimen también abarcaba a los medios de comunicación; El Correo Español- El Pueblo Vasco fue dependiente de la Falange Española por lo que fue intervenido por el Gobierno Republicano en julio de 1936. Tras la ocupación franquista de Bilbao, retomó su actividad. Además, desde la década de 1970, este diario ha sido objeto de las acciones de ETA al ser incluido entre los medios de comunicación que han ejercido represión contra la izquierda abertzale.

El hecho de que este diario llevase a su portada al que fue el referente de la derecha española y ex ministro franquista da una idea de que la cobertura de la carga policial en Vitoria no se prolongó demasiado en este diario y ya, en su edición del 7 de marzo, encontramos el titular de “Vitoria recupera la normalidad”. De esta forma se intentaba olvidar el que fue el primer gran fracaso de la Transición Española porque los “Sucesos de Vitoria” fueron un acto de terror del Estado ejecutado por aquello que se llaman Fuerzas del Orden Estatales. Y, fueron también, la constatación de las difíciles condiciones en que combatía el movimiento obrero de la época.
Portada de El Correo Español . El Pueblo Vasco del 7 de marzo de 1976

Y después… ¿qué?
En las portadas y páginas de los días sucesivos al 3 de marzo de 1976, en el diario El Correo Español- El Pueblo Vasco se fue obviando, poco a poco, este asunto. Pero la sombra que había dejado esta masacre era demasiado alargada e, indirectamente, se saldó con la vida de otro joven que salió a la huelga, convocada el 8 de marzo, para denunciar lo ocurrido en Vitoria el 3 de marzo. Un amplio despliegue de la Guardia Civil atacó a la movilización de trabajadores. Uno de los agentes disparó, a poca distancia, un tiro en la cabeza asesinando así al joven de 18 años.          
Lo que llama la atención de las páginas interiores de la edición del 9 de marzo es que este diario parece respaldar la versión oficial franquista que trató de criminalizar a la víctima justificando que su fallecimiento era consecuencia de un accidente, acusándole de haberse caído de la cornisa cuando lanzaba piedras a las Fuerzas del Orden Público. Sin embargo, este diario parece obviar que el joven fallecido no era más que otra víctima del 3 de marzo.
Página interior del 10 de marzo
En la portada del 10 de marzo se daba cuenta del funeral de Vicente Antón Ferrero, el joven fallecido en Basauri e, inmediatamente después, este diario destaca que se había recuperado la normalidad laboral en el País Vasco. En las sucesivas portadas ya no encontramos referencias a la carga policial en Vitoria pero sí de que la situación laboral en Vitoria y Guipúzcoa tiende ya hacia la normalidad total. 
         
El pueblo no olvida
En Euskadi las luchas obreras fueron aún más intensas que en el resto del país. Tres meses de luchas en Vitoria, una ciudad que no había contado con una gran tradición de militancia ni había luchado contra los fascistas en la Guerra Civil, dejaron a las autoridades franquistas una impresión; la de que las huelgas laborales y políticas se confundieron en un solo movimiento que se asemejaba mucho a un serio intento revolucionario.
La intensidad de las luchas vividas dejó claras varias lecciones; consiguieron importantes logros en el nivel de vida como aumentos de salarios o reducciones en las jornadas de trabajo. Y, la fuerza del movimiento obrero, también incapacitó el mantenimiento del régimen franquista.
1976 fue el año en que de forma más masiva la gente entrevió la fuerza que tienen los trabajadores cuando se organizan y luchan para conseguir una sociedad distinta.
Ya en la actualidad El Correo ha informado de los actos de homenaje que todos los años recuerdan, en Vitoria, a las víctimas del 3 de marzo. El uso partidista de esta masacre no puede obviarse; desde una izquierda abertzale que en marzo de 2007 invitaba a construir una Vitoria desde la izquierda a la par que exhibía las fotos de las 5 víctimas de 1976, pasando por quienes suelen cuestionar la Transición y sugieren la continuidad actual de situaciones jurídicas franquistas, que consideran que los sucesos del 3 de marzo demuestran los déficits de la Transición. Por su parte, el PNV quería que a los fallecidos de los Sucesos de Vitoria se les considerase “víctimas del terrorismo”. A esta propuesta se opusieron el Partido Socialista de Euskadi, el Partido Popular y UPyD.
No es tan importante cómo debe considerarse a los fallecidos en esta matanza sino que lo imprescindible es mantener la memoria de quienes murieron por ejercer las libertades democráticas en condiciones tan adversas. 
Las motivaciones de los conflictos solían tener su origen en cuestiones laborales lo que hace que la situación que actualmente nos ha tocado vivir evoque a estas situaciones históricas. Entonces pensamos en los integrantes del movimiento obrero de entonces; ellos nos ayudarán a sentir esperanza, a buscar en el fondo del pozo la luz al final del túnel. Porque, si ellos fueron capaces, nosotros también lo seremos.


  











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